HA NACIDO UNA HERMOSA NIÑA, SE LLAMARA SANDRITA

Te contaré algo, pero no te enojes, dijo la esposa a su esposo mientras el descansaba después de almuerzo en su cama. ¿Qué? dijo el, impaciente. Estoy esperando, contestó ella. ¡¿Qué?! reaccionó el marido, en clara señal de asombro. Te pedí que no te enojaras. Estoy esperando y yá. Ella sabía que al menos sería una sorpresa la noticia, la pareja había decidio cuando nació su tercer hijo, "parar la fábrica", ya que a la tercera, había nacido la niñita; y de eso habían pasado unos cuatro años. ¿Y porqué no me lo dijiste antes? preguntó el esposo, intentando sostener una conversación dentro de la espesura del ambiente que el mismo estaba creando.
Un 23 de octubre de 1990 nació Sandra Carolina, la cuarta hermana a la que precedían dos hombres y una niña. Era una hermosa niña, de tez blanca y ojos entre azules y verdes.
Y ella era la que ahora celebraba su fiesta de quince años. Una fiesta de gala, a la cual ella había puesto todo su empeño para que fuese tal como la había soñado desde hace mucho tiempo.
Y resultó así. A la fiesta concurrieron sus amigos, quienes lucían su mejor atuendo y las ganas de divertirse. Todo el ambiente era propicio para una gran noche. Y así fue.
Bailaron y se divirtieron hasta tarde y en la madrugada de ese día esa noche redonda se terminaba de perfeccionar con las noticias que llegaban de Italia, que anunciaban la ascención a los altares de San Alberto Hurtado, cuya figura era demasiado familiar para Sandrita, puesto que su familia era muy cercana a los jesuitas. El nombre del padre Hurtado había sonado en su casa desde antes que ella naciera, pero cada vez la figura del Santo fue creciendo más en el seno de dicha familia, y lo que estaba sucediendo en Roma no hacía más que coronar esa noche de fiesta.
Como nadie, sandrita estaba doblemente feliz, y su familia también.
¡Feliz quince años Sandrita!