REGALO DE DIOS: MIS HIJOS (I PARTE)

Voy a intentar con este artículo iniciar una serie que abarcará a mis cuatro hijos, en un tributo a mi Familia; y que rematará en uno dedicado a Sandra, mi compañera de toda la vida.
Empezaré por María Eugenia, la que está "contingente o fashion".
La Mary es de verdad una persona especial: seductora, cautivante, con mucho imán, con inteligencia emocional espectacular, motivadora y obsesiva, laboriosa y líder; cristiana y generosa, paciente y humilde, digna y justa. Vencedora -como pocos- de los obstáculos que se presentan, proactiva y asertiva; defensora apasionada de sus derechos; conmovida por el dolor de otros, en particular con la pobreza; llena de sentimientos "buenos"; auténtica y honesta; oportunísima en la ironía y el sarcasmo; querendona y cariñosa; buena hija y buena amiga; buena comunicadora social; ubicada y rescilente; aislada de la mediocridad y de la falsedad, de la tontera grave y de la estupidez humana; inmune a la envidia y al egoismo, gran persona - gran mujer-, buena polola y buena compañera; buena moza y carismática; flor de mujer.
Hija mía, que este sencillo tributo lo consideres un patrimonio que te lo ganaste... lo que tu hagas en la vida estará bien... y nosotros estaremos siempre a tu lado, porque eres un tesoro y, como tal, no escatimaremos esfuerzos para cuidarte.
Ahora comienzas un nuevo desafío, pero qué mas dá, si sabemos que te irá brillante como todo en la vida. Igual allí estaremos una vez más, apoyándote, queriéndote, cuidándote.
Gracias María Eugenia, gracias por este regalo de Dios.
Vale. Eso.