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martes, noviembre 15, 2005

BIENVENIDA VEJESTUD


Hay una primera edad, también está la segunda edad, pero la que mas me atrae es la tercera edad, aquella infalible, llena de paz y quietud.

El cuerpo humano no es más ni menos que el encargado de transportar el alma. Dicho eso, se colige que dependerá del “estado” del cuerpo si dicho transporte es más o menos efectivo. Y quiénes pueden con propiedad encarnarlo son las personas que atraviesan el umbral de la vejez.
“Me estoy poniendo viejo” es una frase que ocupamos para referirnos al inicio de cambios en la potencialidad física, que nos restringen capacidades aeróbicas, de desplazamientos, de energía o de fuerza. También cognitivas. Pero esa aproximación es una débil toma de conciencia, que se refiere a que nuestra condición física comienza a cambiar inexorablemente. Incluso puede entenderse como una actitud que elude o evita el reconocimiento de esta realidad, lo que en verdad redundará en crisis de aceptación y de asumir el deterioro que comienza. Es interesante escuchar la respuesta que usan algunos abuelos, a la hora de inquirirlos respecto a como se sienten ciertas cosas a edad avanzada (por ejemplo el tema sexual). Los abuelos suelen responder: "cuando llegues a mi edad lo sabrás". El envejecer es homólogo al crecer, corresponden a etapas ineludibles en la historia personal de cada cual. Sin embargo, la tendencia es a aceptar el envejecimiento como algo similar a un mal necesario, que, si pudiésemos, lo interrumpiríamos.
La pregunta entonces es ¿Cómo aproximarnos a un escenario cierto en nuestras vidas, que no sea causa de elusión ni de congoja? Desde luego, intentar una respuesta colectiva es aventurero, pero si podemos decir que aunque depende de cada cual, hay sin duda elementos comunes que nos permitirían una suerte de generalización: por de pronto convencerse que el envejecimiento nos es un mal, es una parte importante de nuestras vidas; que no es una enfermedad, sino un proceso. En adición, la vejez nos pone en una situación privilegiada, desde que ya no está el estigma de los jóvenes respecto del devenir, ya que el futuro ya está. Ya no se tiene el prurito de saber que pasará con nosotros, sino que es aquí y ahora. Es ciertamente una ventaja, ya que cambiamos el “algo porqué luchar” por un promisorio “algo porqué gozar”. Si toda la vida la pasamos aproximándonos a un estado de felicidad superior, es en la vejez cuando tenemos la posibilidad de “tocar” aquello, con sabiduría, con paz, con gozo.
Esto supone una transformación de nuestra actitud desde temprana edad, convirtiendo a la vejez en una etapa deseada, en una aspiración, a la que a su tiempo –tiempo biológico que no podemos apurar- llegará para completar nuestro camino a la perfección al cuál estamos todos llamados.

1 Comments:

  • At 4:58 p. m., Anonymous Anónimo said…

    me encanto la original forma de vivir esa etapa, porque supongo que ers de esa tercera edad, lo comparto absolutamente, a pesar de mis 25 a;os

     

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