BLOG BILINGUE

OYE TU, SABÉS DONDE ESTÁ EL PARKINSON?

miércoles, noviembre 30, 2005

NO SIEMPRE

No siempre estoy con inspiración suficiente para escribir de manera armónica y expresiva.

No siempre tengo esa fluidez y calidez que necesito para transmitir ideas.

Aún más, no siempre tengo el ánimo para siquiera empezar una historia o artículo nuevo.

Al cabo, no siempre soy lo que pretendo ser a través de la escritura; en suma, no siempre seré:

locuaz y asertivo,
sensitivo y voraz,
arrogante y ofensor,
humilde y acogedor,
inteligente e intelectual,
solidario y apoyador,
seguro y decidido,
arriesgado y voluntarioso,
amante e íntimo,
confidente y secreto,
clandestino y sagaz,
mordaz y devorador,
triste y oculto,
depresivo y obsesivo,
sincero y transparente,
cercano y amable,
simpático y amistoso,
oscuro y cerrado,
impertinente y desatinado,
risueño y chistoso,
oportuno y gracioso,
opaco e infeliz,
codicioso y rapaz,
parco y serio,
lento y desesperante,
ganoso y ambicioso,
garnachero y petulante,
primero y último.

Lo que sí SIEMPRE me pasa, es que te quiero como a ninguna.
Eso.

jueves, noviembre 24, 2005

NOTICIERO HYRONIKO (NOVIEMBRE 2005)

CAREO PINOCHET-CONTRERAS: El Ministro de fuero ordenó una peculiar diligencia: someter a careo a dos "pesos pesados": Los generales Pinochet y Contreras. Doy gracias a Dios por mantener con buena salud a estos dos prohombres, para que hayan más careos y otras yerbas (jamás pensé que podría darse los que se está dando).

LA ENCUESTA CEP: Me he entretenido tanto con este tema, que he llegado a consultar a un amigo experto (Magister) en estadísticas y me ha confirmado una terrible sospecha: la misma metodolgía, el mismo focus group, el mismo universo y las mismas preguntas en un plazo de no más de dos meses entre encuestas, hacen imposible -estadísticamente hablando- que los porcentajes hayan variado como se ha informado. ¿Habrán manos moras que manipulearon esta encuesta? ¿para qué? Alguien habló de un auto-golpe. ¿qué habrá querido decir con eso?

FUJIMORI. Es increible la patética actitud chilena de olvidarnos rápidamente de temas que son relevantes. ¿Quién está preocupado de Fujimori? Les adelanto que volverá luego a ser una gran tema.

CONTIENDA POR LIMITES MARITIMOS CON PERU. ¿Alguien se acuerda de esto?

SAN ALBERTO: Menos mal (al contrario que lo anterior) que dejaron de manosear la figura del Santo, sobretodo aquellos que nunca han creido en él y en las causas que representó.

MOVIMIENTOS DE ULTRAIZQUIERDA. ¿Existen en Chile todavía?

martes, noviembre 15, 2005

LAS PRUEBAS DEL SEÑOR

¿Dónde estará mi primavera? ¿Dónde se me ha escondido el Sol, que a mi jardín olvidó?
Marco Antonio Solís


“Todo esto hay que tomarlo como una prueba del Señor; ya que El espera y confía que serás capaz de salir adelante.” Esta frase la habrán escuchado más de alguna vez, con ocasión de vivir algún problema complejo.

¡Protesto!

Si Dios es Amor, ¿porqué se transforma en un ser enfermo que tiene que enviarte pruebas para probarte si eres capaz? ¿porqué tiene que ponerte a prueba? Tal parece que el amor de Dios es condicionado: yo te quiero, pero debo enviarte pruebas para aprobar ese amor que recibes. Es estúpido. Y contradictorio. El amor es gratuito, no tiene precio ni se cotiza en los mercados bursátiles. El amor no se compra como una mercancía. Ni tampoco debemos dar exámenes continuamente ante el gran exponente del amor que es Dios. Se nos ha dicho siempre: Jesús murió por nosotros por el inmenso amor que nos tenía. ¿Y ahora Dios nos pone a prueba? ¿Quién lo entiende? Es decir, sufrimos un problema, y se homologa a una prueba que el Señor nos envía; y por otro lado se entendería, contradictoriamente, que pasamos a ocupar un lugar preferencial en Dios, ya que nos ha elegido para superar una prueba. Los que recibimos pruebas del Señor, seríamos los elegidos.

Por ello, no creo en esa frase. Protesto por quiénes la ocupan. Es una irresponsabilidad y una forma de eludir el apoyo, la compañía, la acogida de quién mucho lo necesita. “Tómalo como una prueba del Señor”. ¡¿Porqué?! Me resisto a ser evaluado y ser escogido para superar la prueba. Estoy seguro que Dios no está contento con quiénes usan su nombre para interpretar acciones que provendrían de El. ¿Con qué derecho?

Los problemas debemos vivirlos, y hasta me atrevería a decir, debemos gozarlos, a nuestra manera. Debemos asumirlos y contar con ellos. Debemos harnearlos ya que en el todo, también vienen oportunidades de crecer, de ser mejores personas. Eso creo que es lo que Dios quiere de nosotros, y estará siempre de nuestro lado. No enviando pruebas, que mas parecen propios de un escapismo trasnochado, imberbe, e inútil

Y todo esto lo digo porque alguien se le ocurrió decirme que mis enfermedades, que ya bastante preocupado me tienen, eran otra prueba del Señor.

Con esto estoy tratando de explicar porqué a esa persona la mandé a la mierda.
Eso.

BIENVENIDA VEJESTUD


Hay una primera edad, también está la segunda edad, pero la que mas me atrae es la tercera edad, aquella infalible, llena de paz y quietud.

El cuerpo humano no es más ni menos que el encargado de transportar el alma. Dicho eso, se colige que dependerá del “estado” del cuerpo si dicho transporte es más o menos efectivo. Y quiénes pueden con propiedad encarnarlo son las personas que atraviesan el umbral de la vejez.
“Me estoy poniendo viejo” es una frase que ocupamos para referirnos al inicio de cambios en la potencialidad física, que nos restringen capacidades aeróbicas, de desplazamientos, de energía o de fuerza. También cognitivas. Pero esa aproximación es una débil toma de conciencia, que se refiere a que nuestra condición física comienza a cambiar inexorablemente. Incluso puede entenderse como una actitud que elude o evita el reconocimiento de esta realidad, lo que en verdad redundará en crisis de aceptación y de asumir el deterioro que comienza. Es interesante escuchar la respuesta que usan algunos abuelos, a la hora de inquirirlos respecto a como se sienten ciertas cosas a edad avanzada (por ejemplo el tema sexual). Los abuelos suelen responder: "cuando llegues a mi edad lo sabrás". El envejecer es homólogo al crecer, corresponden a etapas ineludibles en la historia personal de cada cual. Sin embargo, la tendencia es a aceptar el envejecimiento como algo similar a un mal necesario, que, si pudiésemos, lo interrumpiríamos.
La pregunta entonces es ¿Cómo aproximarnos a un escenario cierto en nuestras vidas, que no sea causa de elusión ni de congoja? Desde luego, intentar una respuesta colectiva es aventurero, pero si podemos decir que aunque depende de cada cual, hay sin duda elementos comunes que nos permitirían una suerte de generalización: por de pronto convencerse que el envejecimiento nos es un mal, es una parte importante de nuestras vidas; que no es una enfermedad, sino un proceso. En adición, la vejez nos pone en una situación privilegiada, desde que ya no está el estigma de los jóvenes respecto del devenir, ya que el futuro ya está. Ya no se tiene el prurito de saber que pasará con nosotros, sino que es aquí y ahora. Es ciertamente una ventaja, ya que cambiamos el “algo porqué luchar” por un promisorio “algo porqué gozar”. Si toda la vida la pasamos aproximándonos a un estado de felicidad superior, es en la vejez cuando tenemos la posibilidad de “tocar” aquello, con sabiduría, con paz, con gozo.
Esto supone una transformación de nuestra actitud desde temprana edad, convirtiendo a la vejez en una etapa deseada, en una aspiración, a la que a su tiempo –tiempo biológico que no podemos apurar- llegará para completar nuestro camino a la perfección al cuál estamos todos llamados.

lunes, noviembre 07, 2005

VAMOS A MISA A LA CATEDRAL

Por un momento se olvidó que cada uno es cada cual…
La Fiesta, Joan Manuel Serrat

“Gran venta nocturna en el mall plaza” decía la propaganda, e invitaba a los leales consumidores a ir a comprar ese viernes por la noche, ya que habría atractivos descuentos en todos los locales dicho centro comercial.

Cómo ha cambiado la mercadotecnia, pensaba, al terminar mi día de consumismo. Recuerdo cuando niño que en mi pueblo –mi querido Vicuña- los negocios eran el almacén, la zapatería, la carnicería, la verdulería, la chanchería, la farmacia y la tienda. Todos separados. Capítulo aparte se merecía el “Arca de Noé”, que era un negocio que tenía de todo: desde un rústico azadón hasta un fino collar de perlas. Su dueño lo apodaban puñalito. Así eran los negocios. Todos se conocían, y el sistema de crédito imperante era fiar, con una libreta que guardaban los deudores y, que a fin de mes, las pagaban tan pronto como recibían su sueldo. Recuerdo que me gustaba acompañar a mi mamá los fines de mes a pagar, porque al hacerlo, yo pedía la llapa (no estoy seguro como se escribe, tal vez, yapa), que era un regalo del dueño del negocio en agradecimiento por el pago oportuno. Mi mamá cargaba las distintas libretas, con anotaciones de los pedidos del mes. Esa vuelta pagadora demoraba un par de horas, ya que en cada estación siempre se establecía un diálogo acogedor, un comentario, o una sugerencia de compra, en fin, interrelaciones humanas, concepto que hoy por hoy está en franca extinción.

Volviendo a la historia del comienzo, ese día viernes, el de la gran venta nocturna, nos preparamos para ir. De hecho, mi hijo mayor, que ya no vive con nosotros, nos llamó para ponernos de acuerdo e ir juntos. Era un ambiente similar al que se experimentaba en las horas previas antes que mi mamá iniciara su periplo pagador con sus libretas a entregar buena parte de su sueldo a los comerciantes. Parecía igual, pero no era igual.

Los malls surgen en Chile como una copia de los sistemas de comercialización – retail- de USA. En un mall encuentras gran parte de lo que necesitas. Y también de lo que no necesitas. Tienen un ambiente grato, buenos estacionamientos, seguridad y bien decoradas tiendas.

Empecemos por Fallabella, dijo alguien de nuestra delegación, que ya sumábamos nueve personas. Mi señora me dijo: “ándate a la sección hombres que yo estaré en la sección femenina”. A dicha sección yo la bauticé como el “triángulo de las bermudas” ya que las mujeres se pierden adentro y cuesta que salgan. Las grandes tiendas, como Falabella y Almacenes Paris, ambas con presencia en el mall, acaparan la mayor parte del público consumista. En efecto, los clientes de dichas tiendas –me incluyo ciertamente- tenemos tarjetas de crédito otorgadas por dichas casa comerciales, que nos permiten comprar sin dinero, y equivaldrían a la versión moderna de las libretas de mi mamá. Con una gran diferencia, aplican interés a las compras y se reciben penas del infierno si no pagas. Las libretas en cambio, mantenían intacto el valor de la compra, y si no podías pagar, entonces abanabas lo que podías. Nunca vi a ningún comerciante enojado por esto.

“Ahora vamos a Almacenes Paris, a ver a cómo está esta misma ropa interior”, acotó mi señora, compenetrada en comparación de ofertas. Reconozco que no me interpelaba nada; era de lo más normal para mí. De hecho, también contribuí a esa fiebre consumista, comprando una afeitadores eléctrica, la que estaba más barata que la que compré el año pasado y es mejor. Bingo. Ya no necesito ni siquiera una mínima motivación comercial: yo mismo genero los slogan y argumentos para favorecer mi ya arraigado consumismo.

Vamos de nuevo a Fallabella… y para no perdernos, nos comunicábamos por celular “¿Donde estás? en Falabella contestaba, pero si yo también estoy en Falabella y no te veo. Si estoy al lado tuyo, huevón”. Diálogos profundos como esos, nos matizaron las horas de esa imperdible venta nocturna.

Resultado de esa fiebre de viernes por la noche: efectuamos las compras de siempre, con el conformismo del descuento, imán irresistible a la hora de comprar, al menos para un eximio consumidor como yo.

Porque debo reconocer que el consumir me atrae.

“¿En cuántas cuotas lo quiere llevar señor?”. Le informo que la tasa para seis meses está más baja que la para cinco meses. ¿En serio? Le contesté algo distraído al vendedor. Y cual sería la diferencia, acoté con el más mínimo entusiasmo. Le explico: a cinco meses la tasa está a 3,64% mensual. Ahh, dije, y la de seis meses. Está a 3,63%. ¿Se da cuenta que está más baja?” preguntó el ya embelesado vendedor. Correcto, dije, como quién mira desde las alturas, y ha atisbado con extrema asertividad, la solución casi imposible del puzzle consumista.

Esa venta nocturna, cual una misa en una catedral en tiempo de Navidad, (no en vano se señala a los malls como las catedrales del consumismo), nos dejó pendiente el perdón, la paz, la comunión y la bendición de despedida. Sólo quedaron para recordarnos un buen tiempo, los cargos electrónicos que aumentaron una vez más, nuestras ya abultadas deudas.

Estamos cerrando, dijo el guardia, ya no pueden entrar, fue su reacción ante nuestro último intento por alargar las compras.

Se acabó, el sol nos dice que llegó el final. Por un momento se olvidó que cada uno es cada cuál. Vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle se acabó la fiesta; dice la canción de Serrat.

Y ahora a esperar la próxima venta nocturna.

El que esté libre de consumismo, que lance la primera piedra, pero ¡cuidado!, que te puede golpear a ti mismo.
Eso.

miércoles, noviembre 02, 2005

¿QUIERO SER MAS FELIZ?


Dedicado a todos los que quieren sermás felices; partiendo por mí

Las personas buscan siempre la felicidad. Esa es una frase normativa. Como una verdad con características de dogma de fe. Pero, ¿Porqué la buscan? Pareciera ser que la felicidad está en algún lugar y por lo tanto, de lo que se trata es de encontrar dicho lugar y, consecuencialmente, ser feliz. Entonces el paradigma sería en busca del camino que nos conduce a encontrar la felicidad. Cómo quién busca un tesoro escondido. En adición, la felicidad se erige como un status al cual podemos acceder cumpliendo ciertas condiciones –internas y externas-, algunas de ellas tienen que ver con el comportamiento. Esto es cultural. “Si te portas bien entonces te compro un dulce”, suelen decir los padres a sus hijos; es decir, un dulce te hará feliz, pero para acceder a el, debes portarte bien. ¿Qué es portarse bien y que tiene que ver esto con la felicidad? Hace poco leí una entrevista al escritor Hanif Kureishi quién decía “Para nuestra generación es más importante ser felices que ser buenos, y no hay mucha relación entre ambas cosas”, y, refiriéndose a sus padres quiénes permanecieron juntos durante 40 años, ha dicho que tanto tiempo juntos implica que fueron “leales y fieles el uno con el otro”, a lo que el escritor interpela si acaso lo que realmente pasó es que“fueron desleales e infieles consigo mismos”. La percepción de que una pareja ha vivido muchos años juntos, no significa mucho en relación a la felicidad. Un conocido hombre de la televisión chilena, de avanzada edad, tuvo hace unos años un infarto al miocardio, que lo retuvo en la UCI de una Clínica de Santiago por mucho tiempo, con peligro vital. Al salir de su crisis, el Cardiólogo le aconsejó: “ahora que Ud. logró salir de esto, puede hacer lo que quiera para ser feliz” “¿Lo que quiera Doctor?” preguntó el señor, “si lo que quiera” respondió el facultativo. Entonces llegó a su casa, arregló una maleta con su ropa, y se despidió de su esposa. “Chao, me voy a vivir sólo, eso es lo que he querido hacer por mucho tiempo”. La esposa atónita se quedó sin habla.
Muchos tienden a pensar que lo que este señor hizo es un acto de egoísmo. Puede ser. Pensar en sí, sin tomar en cuenta el dolor de los demás. En este caso, sería provocar el dolor de su esposa compañera inseparable por más de 50 años. Esto supone el siguiente análisis opcional: permanecer juntos y ser desgraciados o abandonar a la familia y hacerla desgraciada. “La búsqueda del placer produce placer, pero también dolor. Todo depende de si uno puede soportar todo ese dolor. Provocar el caos puede ser el precio que se debe pagar por el deseo”, sentencia Kureishi.
Desde hace algún tiempo con mi mujer hemos empezado a frecuentar un pub. Me impresiona encontrar rostros conocidos que andan con otras parejas. En ese vendaval de pareja-diversidad, nosotros parecemos como los patriarcas de la noche, como representantes de una dinastía que se extingue rápidamente. Cual talismanes, aparecemos en la fiesta de la diversidad como seres algo anacrónicos interfiriendo en un mundo de antifieles, lo que supone hasta un dejo de hostilidad para nosotros, como si representáramos una vida casi inexistente, como si fuésemos resabios de un pasado al que nadie quiere volver. En dicho pub, hemos sido bautizados jocosamente como los “tíos”.
He provocado la discusión con mis hijos en torno a la felicidad. Debo ser sincero: ellos me han superado en el análisis sensitivo del concepto. Y me ha llamado la atención particularmente la percepción que una de mis hijas ha dado al respecto: “Yo creo que el hombre siempre es feliz. Feliz en todo momento y en todo lugar. Es como tener una felicidad básica, que a veces aumenta y otras disminuye. Si tu analizas lo que pasó en tu día –continua entusiasmada-, siempre habrá cosas, por mínimas que sean, que te harán a veces imperceptiblemente feliz. No hay un día en tu vida conciente en que no encuentres algún segundo de felicidad.”
Siguiendo esto, la idea no sería buscar fuera de nosotros la felicidad perdida, sino qué hacer para aumentar el volumen de ese vaso que contiene felicidad, con la seguridad que tenemos un mínimo garantizado, que está ahí para siempre. De lo que se sigue que en el intento de ir llenando ese vaso, seguramente generaremos dolor o desgracia a los demás. (Es justo considerar que esta teoría puede resultar algo ingenua en aquellos casos en que la persona está en una situación de riesgo depresivo u otro episodio de alteración de ánimo severo, ya que a ellos les costaría mucho entender esta posición, la que se valida más bien en las personas que no tienen mayores alteraciones en la conducta). De la importancia que le demos a ese dolor ajeno será el resultado del volumen felicitario en nuestras vidas. La pregunta es: ¿quién nos pide que renunciemos a seguir llenando el vaso en pro de mitigar o manejar el dolor ajeno? Vuelvo al ejemplo del pub. Aquellos que se muestran liberados de su antigua condición, y que están en una situación aparentemente más feliz, ¿Porqué entonces nos ven como una suerte de amenaza? ¿Está la felicidad realmente ligada a ganar espacios de libertad individual? ¿Qué motivó a ese hombre octogenario a irse de la casa y vivir sólo? La respuesta a estas preguntas será la de siempre: depende de cada uno. La felicidad es un sistema intrínseco y no extrínseco. Los miedos a perder o ganar felicidad los genera cada persona, y los disfraza externalizándolos. Cuántas de aquellas neo-parejas del pub no cargan consigo el prurito de la disconformidad respecto del paso que dieron, o tal vez la frustración. Pero también podríamos decir que el paso que dio el señor de la TV, fue el mejor paso que podría haber dado.
La conducta del señor de la televisión aparece algo radical, extrema, puesto que supone un cambio definitivo en su vida, en busca de la felicidad.
La idea de este artículo es mediatizar respecto de las actuaciones de las personas proponiendo que éstas sean temporales, que complementen su estado actual de felicidad, mas que favorecer opciones definitivas, salvo en casos extremos en que la temporalidad queda superada por los hechos.
La temporalidad así entendida, implica conceptualmente aparejarlo con la idea de parcialidad, es decir, cambios parciales y temporales en nuestras rutinas que buscan aportar placer individual, sin perturbar mayormente el sentido relacional colectivo, es la base del modelo argumental de este artículo.
Como forma de apoyo a lo planteado, podemos citar un ejemplo: hace unos días aparecieron artículos en la prensa de matrimonios que recomendaban tener camas separadas. Decían que eso contribuía a una mayor unión de la pareja. Parece contradictorio a primera vista, pero tiene un sentido: sentir mayor placer conjunto. El dormir –no es un misterio para nadie- es uno de los mejores recursos de que dispone el hombre para su descanso. Si además pensamos que algunas veces las personas se desvelan, roncan, o tienen diferentes horarios para acostarse, entonces parece lógico que se respeten sus tiempos y duerman separados. Eso no arriesga el amor de pareja, ya que es una opción libre, voluntaria y conversada. Es decir, la falacia que debemos dormir juntos porque sería feo no hacerlo, hoy por hoy no resiste mayor análisis. Como este ejemplo, hay muchos otros que, conduciendo a estadios placenteros, no ponen en riesgo la relación, sino que al contrario existe una gran probabilidad de robustecerla.
Si la felicidad depende de nosotros, significará entonces que será legítimo arriesgarse a dar pasos que en nuestra evaluación, nos darán nuevas fuentes de placer que vayan llenando ese vaso que aludimos. Y todo lo que se haga en esa dirección estará bien.
Bien, pero no necesariamente bueno.
Eso.